La cámara es un otro inconcluso por el registro, y aquí comenzaré a detallar sensaciones de sentimientos encontrados, éstos se bifurcan en dos tipos de presencias: lo que fue allá y el aquí y ahora, lo que fue se encuentra presentado en la imagen de fondo, digo en la proyección sobre el muro y el aquí y ahora en el espectador presente en la escena performática, en tanto fragmentación de los registros, si, el espectador ya es otro, en el acontecimiento de la pintura hablaría sobre la lejanía, lo que se ve en el aquí y ahora es la intención de captarlos como una misma cosa, en ésta lectura “nace un nuevo espectador”, una tercer línea de registro que no es ni la virtual ni la real es la "falla" que éstas dos producen por un tiempo aún no logro materializar. No hace falta presenciar la obra para vivirla, es igualitaria la sensación aprehendida tanto en un allá, como en un acá. En el aquí y ahora me refiero al espectador en tiempo real, observando la performance (advenir) realizada frente a una proyección (irse). Una está preñada por la otra.
Si es hecha con y para una cámara es hecha para un otro, es que en éste aspecto el aparato de registro es otro y en este sentido no hay un arte efímero absoluto ni en los registros de performance frente a públicos o bien una video performance realizada para la “cámara”.
Un otro en la pantalla del otro, el cuerpo del artista como vehículo de un equilibrio de la acción entre la pantalla y lo real del registro. El espacio es el intermediario para que las cámaras registren las dos presencias, en este caso como objetos, o sea, objeto y espacio son una misma cosa, en este sentido el aparato cámara concilia y enfrenta lo que está aquí-ahora y lo que no está, digamos que la cámara de registro es el mismo espectador, de allí esbozar la profanación de un arte de registros sobre un arte efímero. En este sentido el espectador del aquí y ahora marca una relación real con el fenómeno temporal en analogía entre lo permanente y lo simultáneo ya que se presenta como otro en la pantalla al mismo tiempo que forma parte de ella, como afirma J. F. Lyotrad en charlas sobre el tiempo; “(…) Hay por lo tanto una presencia que destroza, que nunca esta inscripta ni es memorable”, aquí agrego que en el desarrollo de la presente obra, es la ausencia misma, ella se hace carne de acción, no en el cuerpo sino con el cuerpo y en el silencio mismo evocando a la conciencia englobado la totalidad de la vida en un mismo sentido.
Entonces un observador ve a otro, lo que ya fue visto ahora se vé, enfrentados y conciliados en una pantalla que va fragmentando en una re-escritura, o sea, cae la mirada del discurso, el cuerpo mediatiza un equilibrio violento, la mirada hacia dentro en lo más cercano de la pantalla, el cuerpo espectador hace de lo performático un acto de pensamiento, no de habla sino de de presencia en el tiempo de aquí y ahora en vinculo con otro, el del más allá, en síntesis: operadores de tiempos diferentes en uno solo, paradoja ésta sobre una presentación que no presentaría nada. Si bien el ahora o la presentación de esto en arte no es nada nuevo, no invento ni descubro, simplemente lo evoco desde otra época, en la cual estoy presente, analogía de un pensamiento que de a poco va separándose del propio cuerpo.
“Silencios, hacia la pantalla del otro” es la antesala para enfrentar/conciliar en un mismo tiempo diferentes puntos observables en una performance. En este caso, la visión en relación con un breve texto que actúa como disparador de simbologías personales, las cuales no interesan concretamente desde un sentido representativo sino en un acto de visión frente a la cámara, el pensamiento sobre lo más lindo que les ha pasado en la vida es el sentido propio, que en el acontecimiento de la mirada acción en ojo cámara.
Envueltos en una mediatización violenta, la experiencia es registrar cotidianamente éstas características en la pantalla, ¿Cómo se manifiesta ésta violencia mediática en la realidad cotidiana del individuo?
Cuarenta respuestas se pueden lograr seguramente, pero lo que importa en esta performance es todo lo contrario, que un silencio presentado como un grito simbólico arroje sobre la experiencia común del espectador un estado de pensamiento.
Link:
"La mirada en la performance. Pensar en el tercer registro".
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