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"Proyección 01"

Descripción sobre el concepto performático en varias etapas:
La práctica en la Pintura, la Performance y el Video-arte han sido los medios para abordar desde la realización una lectura de la realidad en tiempos postmodernos, la obra tiene el objeto de señalar en el tiempo y en el espacio a las relaciones que existen entre el objeto, la pantalla y el observador en estados permanentes y efímeros.
Proyectar a éste último de manera tal que forme parte del concepto de la obra, mediando al mismo, entre un estado virtual y un estado real. Ésta situación perfomática y planificada se logra a través de los recursos tecnológicos (que son mínimos) el cuerpo y el movimiento.
“Cuerpo-objeto. Cuerpo-pantalla. Cuerpo-espectador” transcurre en un tiempo presente dejando a un lado el objeto artístico representativo, para centrarse en la presentación de la acción misma, del concepto mismo de la acción sin representante absoluto, un presente dividido sobre las operadores de la realidad que transcurren en un breve tiempo performático, lugar en el cual, los presentes formarán parte en la lectura de las tres caras del objeto.
¿Entonces cuál es la maduración sobre la conciencia del cuerpo tomando como punto de partida el concentimiento sobre el principio de la obra?
En ese principio virtual, por encontrarle un término en última instancia, señala de alguna manera un cambio de forma tanto en mi permanencia como en mi efimeridad, permanencia en la idea del concepto sucesiva en la re-escritura sobre la forma de la obra.
Cambia el concepto de cuerpo, cambia el concepto de forma, viceversa.!
En este sentido ¿cuál es la forma que creo conveniente para mi obra o más adentro, mi obrar?: "la forma nuestra nos penetra, nos aprisiona tanto desde el interior como desde afuera" son las palabras de Gombrowicz en Ferdydurke (1937) que tan lejos no están del sentido en la forma tanto del concepto como dentro de la presente acción performática. Desde aquí y en las distancias del tiempo siento que no me encuentro tan solo como para seguir compartiendo la obra.
¿Entonces sobre cuantos cuerpos "debo" hacerme cargo en los términos de la vida contemporánea, comento en el aquí y ahora Bernal 12/06/10 23:11hs? Para "subsistir"... muchos!
Entrar y salir, entrar y salir... esa es la acción para la permanencia, ¿como se logra entonces en la performance un entrar continuo...? De aquí el cuestionamiento: ¿y en la vida cotidiana... fuera del contexto artístico, digo... en el cuerpo objeto de consumo, en el cuerpo de la convivencia, del cuerpo docente pedagógico, del cuerpo ocupado.?
Encontrar respuestas en la obra es una de mis tareas para redescubrirme tanto dentro como fuera, al menos éste es mi presente para tolerar una de las partes, de lo contrario cambiar de forma... y nuevamente.
¿Que tanto se pierde sobre las elecciones o reproducciones de formas establecidas?
Poner el cuerpo significa un rol, en éste caso un cuerpo no pensado desde la performance sino desde un cambio de forma tanto del cuerpo como del lenguaje, encuentro múltiples diferencias en el presente proceso artístico como para clasificarlo en performance, tampoco creo en la idea que culmina la vida en una performance total, que todo acto humano es una performance, que obrar de tal o cual manera es una performance u otra, son formas de vida, o formas de elecciones de vida, ¿cuántas elecciones de vidas conocemos... es cuestionable... la performance de un abogado para defender a su cliente, se duda sobre la performance colectiva de un senado al votar las leyes, importan los resultados sobre las acciones aún más graves? En este sentido la diferencia es avismal, que cada rol cifrado anteriormente es una función dentro de un sistema no es una performance, son acciones tributarias, mientras que la idea de la performance que puedo llegar a señalar en mi obra se ajusta más hacia la creación de un sistema de arte, de crear realidad en arte, de al menos por un instante presentar realidad pura, más que la creación de una figura de artista en arte.
Y ese me parece un concepto amplio para re-pensar que tanto de performance puede llegar a leerse en la actualidad, pero creo que nosotros los oyentes exteriorizamos síntomas muy raros, estar fuera es tener el síntoma interior y viceversa, como en la pantalla del otro y por ahí pasa la performance al menos en éste aquí y ahora.
Argentina Bs. As. Bernal. 12/06/10. 23.20 hs.
Desarrollo de la obra en imágenes referenciales.
Para desarrollar explícitamente el concepto de la obra a continuación paso a dividir el tiempo performático en escenas e imágenes.
En un proyector digital se proyecta sobre un muro el video editado.

Proyección = imagen cero
Las imágenes del video arte remiten a la permanencia en cuanto a la reproductibilidad técnica, a la simultaneidad en relación con el cuerpo en real-virtual y a la sucesión dentro de un tiempo perceptivo que es continuo y expositivo, el cual, sumado con los otros dos fenomenos intrínsecos del tiempo, denomino: Performático. Esta proyección se relaciona visualmente con lo que realizaré delante de ella, en escena/pantalla.
“Imagen Proyectada-Cuerpo Proyectado”.

Cuerpo = imagen uno.


“Imagen cero es intervenida por imagen uno, que es proyectada por imagen cero que contiene a imagen uno”.
En este momento el espectador ve el cuerpo frente a la proyección, mientras que la cámara inalámbrica reproduce lo que estaré viendo o señalando visualmente dentro de esa escena.
“Ver la acción, vista de la acción”.

Las imágenes se reproducen mediante dos proyectores digitales.
De esta forma el espectador observa tres situaciones,
a) Punto de visión. Objeto: real/virtual.
b) El cuerpo/objeto.
c) El cuerpo/proyectado.
Hasta aquí, todo el desarrollo señalado en imágenes se encuentra dentro de la misma “escena” o tiempo expositivo performático, en el cual, los límites espaciales son señalados por las proyecciones lumínicas pertenecientes a los cañones digitales.
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Sobre el estado de lo simultáneo lo permanente y lo sucesivo.
Al ubicarme físicamente detrás de los espectadores modificaré los límites espaciales de la escena anterior, mediante este desplazamiento involucraré incondicionalmente a los espectadores dentro de la proyección, el recurso es la cámara inalámbrica encendida y ubicada en la frente, de esta forma, veré el cuerpo (virtual) proyectado en el muro (video arte), al mismo tiempo que reproduciré en otra proyección a los espectadores que se encontrarán mirando lo mismo. En este momento, el otro, entra en escena de espaldas como cuerpo-objeto-espectador de imagen cero.
Ver referencias visuales:

Imagen Cero Imagen Uno

“Imagen 01010101”
En éste instante el cuerpo en-parte ausente, saldrá de la escena proyectada para entrar en otra acción, la del cuerpo-espectador, la del cuerpo "sin acción", que proyectará mediante la cámara inalámbrica y sin interrupción la imagen proyectada (cero), en éste momento el grupo espectador es dividido en dos estados, por un lado, la recepción involucrada en la esfera virtual y por otro, percepción según el espacio físico ocupado, el contexto espacial entre cuerpos sin imagen.
“El cuerpo como espectador inherente a la imagen”.
El cuerpo es el objeto de reproducción, es pantalla sin espejo y se encuentra proyectado, esto sería una síntesis entre las partes o fenómenos presentes, a partir de estos conceptos cabe aclarar que en la presente obra el cuerpo es el vehículo de la idea, en la misma, no se encuentra el sentido de acción (en el cuerpo), sino, la acción-idea (con el cuerpo). La acción se encuentra entre el sujeto y el significante, entre lo real y lo virtualizado, entre lo imaginario y lo simbólico sin dejar a-un lado lo real, con el fin de crear diferentes lecturas de la realidad.
El cuerpo es el soporte para señalar una falta, mediante el movimiento en el espacio, los recursos técnicos, sin dejar de integrar e involucrar a los fenómenos existentes al menos por ese tiempo.
La proyección se vela dentro y fuera de la escena performática, intentando sensibilizar en experiencia los conceptos ya señalados en una sensación perceptiva involucrada y mediando al cuerpo en un contexto efímero, de pantalla entre uno y otro cernidos por una acción, el sujeto re-presentado emerge y se desvanece en una oscilación temporal en las lecturas de la realidad. “Proyección Cero Uno”.
Vínculos de registros: "Ahora estoy, ahora no".
El breve texto descriptivo precede al proceso de la obra "En la pantalla del otro".
Bibliografía.
- Alberto Caballero. Seminario en Bs. As. “Lo Performático, lo visual y su escritura. De la imagen como representación a la performance como imagen”. Barcelona/Bs.As. Agosto 08.
- “Gerard Vilar” Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas. Basado sobre la teoría de la atrofia y el aura de Walter Benjamín.
- Nicolás Casullo. En El debate modernidad y posmodernidad. Buenos Aires
- Vattimo, Gianni. “El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura postmoderna”, Gedisa, Barcelona, 1986.
- Manuel Kant. “Crítica de la razón pura I”. Sexta edición. Ed. Losada. Bs. As.
- Walter Benjamín, “La obra del arte en la época de la reproductibilidad técnica”, Madrid, Taurus.
“Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 del registro de propiedad intelectual
expediente Nº 751696”.
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La experiencia moderna y posmoderna.
Debemos vivir el presente, el hoy y ahora, condición de la vida moderna, de un lugar en un no lugar, tiempo en el que fluyen las partes de un todo, para la unidad fragmentada.
¿La unidad moderna, no es acaso, la resultante del proceso modernizador con todas las celebraciones que merece y también los planteos que la desacreditan o la desprestigian?
La condición moderna como proyecto de vida es como se pregunta Habermas sobre esta necesidad “(…) de ajustar cuentas con el modernismo ¿De donde viene y (sobre todo) adónde va el intento de renovar íntegramente la continuidad con el pasado? (…)”1
Frente a esta cuestión uno de los puntos principales para internalizarse en los desafíos estéticos de la vida modera es, dentro de parámetros etimológicos, ver las cuestiones semánticas del prefijo “post”, si bien este hace referencia hacia lo venidero, lo futuro, que suena bien, o el devenir de “la historia”, también la era “Post” podría describirse al mismo tiempo con el prefijo “Pre”, ya que la vuelta es ineludible y por lo general más hacia las virtudes que a hacia las dificultades de la modernización. Sintetizar esta ambivalencia no es tarea fácil ya que tendríamos que vincular ambos pares de opuestos para cada proceso socio-cultural, una ves allí, y en la mayoría de los casos, nos hallamos frente a un amasijo de semiverdades, de especulaciones, de juicios totalmente arbitrarios sobre la línea de tendencias de la sociedad capitalista, de su influencia sobre los medios, sobre las nuevas costumbres para acceder a la visa y permanecer en la totalidad fragmentada, pero, para no entrar a desarrollar ideas en el terreno de lo político y lo económico, quiero pensar que el mejor ejemplo de esto, y que amerita importancia dentro del contexto artístico, son las pinturas presentadas en la presente tesis, ya que grafican la masificación de las recepciones en carácter de un “Pre” y un “Post”, de un arte tradicional (premodernismo) y en parte la explotación de este que, trasciende por la novedad de la cita.
Estas cuestiones de lo “Pre” como de lo “Post”, suelen hallarse en las múltiples morfologías de las distintas etapas de la época moderna del SXX. Maldonado identifica una serie de ejemplos que caracterizan significaciones entre éstas, como “(…) las que recurren al vistoso repertorio de Las Vegas (y hasta Walt Disney); al mundo figurativo de Carrá, Sironi y De Chirico; al gusto dadaísta tardío por los enfoques provocadoramente triviales”2, cabe también agregar para esta propuesta estética, las obras de caracter irónicas y hasta drásticamente humorísticas sobre temas o referencias o bien citas sobre el arte pre-moderno.
La modernidad había encontrado como definición su lugar común en la experiencia de lo nuevo. Dicha experiencia, expresada a menudo como paisaje de lo moderno, se manifestaba a través del fulgor de la moda, la nueva forma en sus múltiples escenarios y fundamentos, como innovación estética respaldada por sistemas intelectuales que por lo general eran escritos en manifiestos reproducidos por medios gráficos de la época. Todas estas descripciones materiales de ese momento llevan consigo la experiencia que recrea lo moderno. Así lo describió Walter Benjamín, centrado en París, a través de sus transformaciones materiales y manifestaciones espirituales. Pero aún allí, en ese espacio, el conjunto de imágenes declaradas alrededor de los nuevos medios de producción se mezclaban con su estadio anterior. Benjamín nos dice: “A la forma de los nuevos medios de producción, en el comienzo dominada aún por la de los antiguos (Marx), corresponden en la consciencia colectiva imágenes en las que lo nuevo se interpenetra con lo viejo”.3
La interpretación general sostiene que la modernidad incluye lo premoderno o por lo menos sus imágenes, su morfología, de modo que integra tanto la experiencia de lo nuevo como su precedente, lo viejo.
“(...) El público moderno del siglo XIX recuerda todavía cómo es la vida espiritual y material en un mundo que no es moderno. Las ideas de modernización y modernismo surgen y se desarrollan a partir de esa dicotomía interna, esa sensación que proviene de vivir en dos mundos al mismo tiempo”. 4
Por lo pronto, la experiencia posmoderna se prefigura como un entorno absolutamente exacerbado y modificado, cuya base se encuentra en el estadio económico del capitalismo tardío, al que corresponde un proceso de posmodernización que se distingue ya no por la presencia de la industria, la máquina o las evoluciones post, si no, se trata, más bien, del uso de tecnologías cibernéticas, y también nucleares, que han de extender y tender un tipo diferente de relaciones y existencias con el control y el entorno cotidiano. Pero, además, y sobre todo, parte de esta experiencia lo constituyen los aparatos y mecanismos de reproducción de imágenes y las tecnologías de la comunicación, como ya se desarrollo en lo que Jameson llamará “tecnología de producción y reproducción del simulacro”, podríamos decir que ya no se trata tan sólo de las influencias entre lo nuevo y lo viejo, o entre la ciudad y el campo, sino que en la posmodernidad la “conciencia colectiva” corresponde al consumo constante de imágenes provenientes de distintos espacios geográficos, de distintas sensaciones de cultura que terminan siendo la misma, que encuentran su lugar, su expansión en la industria publicitaria y en la industria cultural exacerbada al continuo cotidiano. Un inmenso operador sobre un medio absouto. Si la modernidad se identificó con lo nuevo, en función de un acto, lo digo, lo hago, la posmodernidad encuentra su lugar común en la experiencia de las nuevas tecnología que crean tecnologias. ¿Cual es la imagen de la postmodernidad? La imagen podrá ser producto de un imaginario, de una acción, sobre algo simbolico o no, son meras presentaciones, lugar dificil para detenerse y comenzar un nuevo discurso.
En realidad, el sentido definitivo que supone la diferencia de experiencias que intento, entre modernidad y posmodernidad, aparece en el espacio que señala el tipo de relación de estas experiencias -lo nuevo y la imagen- en su propio tiempo. Pues, y siguiendo con la cita de W. Benjamín, la modernidad obtenía del impulso de lo nuevo la conciencia radical de estar viviendo un presente cargado de futuro, y ese futuro se prevé cualitativamente mejor –idea de progreso-, es la presencia anticipada de otra época en cada nuevo adelanto y, sobre todo, la capacidad de imaginarse en lo nuevo el porvenir, W. Benjamín nos dice: “Sus experiencias, depositadas en el inconsciente colectivo, engendran en su interpenetración con lo nuevo las utopías que dejan su huella en mil configuraciones de la vida, desde edificios duraderos hasta modas fugaces”.5 La modernidad fue concebida en términos de historia como movimiento progresivo, de modo que lo nuevo aquí aparece como su fundamento.
Tal vez lo que distingue la experiencia posmoderna es que la novedad en el momento de su emergencia se diluye, se esfuma con la innovación de otra, una acción sucede a otra, de esta manera el operador de la realidad está suelto. Esto es, no hay nada allí que la relacione temporalmente con el presente o el futuro, sin que éste se prevea ya en términos cuantitativos. Aquí la novedad es nada más que el efecto de una readecuación de progresos técnicos que en nada tiene que ver con un estado de conciencia colectiva utópica con lo nuevo, ni con la conciencia de presente, ni de tiempo histórico. Más bien, la posmodernidad comienza a figurarse como una época en que la propia experiencia con la imagen y la mediatización de lo real, además de ser cotidiana y persistente, convive con la novedad, pero se demuestra como deshistorización de la experiencia. En efecto, para Jameson, en el contexto posmoderno de la realidad simulada, de una época en que el consumo como tal lo constituye la imagen, hay un nuevo uso de la imagen, existe una relación esquizofrénica de la historia.
La experiencia queda reducida a la contingencia de la materialidad de lo nuevo y de la imagen, sin relación de sentido entre sí, Jameson, Fredric: “Al romperse la cadena de sentido, el esquizofrénico queda reducido a una experiencia puramente material de los significantes o, en otras palabras, a una serie de meros presentes carentes de toda relación en el tiempo”.6 Hay un sentido de lo nuevo que ha perdido su fundamento en la posmodernidad, que ha perdido su escritura, su significante. La capacidad de relacionarnos con nuestro propio presente e imaginar el futuro, ese sentido es un sentido "utópico", o de agujero. ¿De que forma se materializa la imagen?, ¿Cual es la imagen que presntaráa al hombre actual? “Vivimos en una de las épocas más historicistas, saturadas de información histórica de todas las culturas del mundo, y con alusiones e imágenes históricas que, incluso tienden a oscurecer nuestra familiaridad con nuestro propio presente”.7 Esto tiene una completa relación con las condiciones de informatización y el modo de relacionarnos con la propia historia, y, sobre todo, con la falta de imagen en la época posmoderna, de imagen absuluta, puede ser una como puede ser la otra.
Hallando el sentido de la condición en la cultura posmoderna, Jameson considera que la cultura se ha transformado en el contexto del capitalismo tardío, entrando en una “prodigiosa expansión” al espacio de lo social o, en realidad, al lugar de la reproducción social, de un modo original al punto que “ya todo se ha convertido en cultura”. Esta hipótesis une de manera radical ciertos procesos sociales entre épocas, mediante procesos de penetración e intensificación del modo de producción. En este modo de capitalismo (una amplificación de los contenidos del capitalismo clásico) la cultura se ha vuelto coextensiva a la sociedad de mercado en tanto que ha reificado los significados y/o referentes de la cultura, sometiéndolos a la ley de intercambio, dejando sólo significantes y simulacros, volcados en acciones pricipalmene, mercantilizadas. La cultura se ha puesto a disposición a través de los procesos de informatización, de los medios de comunicación de masas, expandiendo las categorías de la industria cultural en una estetización de la cultura, en una sensación de aura que se atrofia en el mismo instante. En el capitalismo tardío; la cultura está a favor de una cultura de la imagen, en la publicidad, en el show televisivo, las modas étnicas, el cine hollywodense de “series B”, en la revalorización del cuerpo, en la fachada, el hedonismo, en un nuevo uso del cuerpo, un nuevo uso de la pantalla una extensa profanación sobre los significantes perdidos.
- Tomás Maldonado, El movimiento moderno y la cuestión “Post”. “El debate modernidad postmodernidad” Compilación Nicolás Casullo. Punto sur 1989.
- Ídem.
- Benjamín, Walter: “París capital del siglo XIX”, en: Iluminaciones II, Madrid, Taurus, 1980, pág. 175.
- Berman, Marshall: “Brindis por la modernidad”. En El debate modernidad y posmodernidad, Nicolás Casullo (editor), Buenos Aires, El cielo por asalto, 1995, pág. 69. Jameson piensa que este contexto moderno se puede explicar mejor haciendo alusión a un estado de modernización incompleta, que se puede expresar mucho mejor en la experiencia simultánea entre la metrópolis y la provincia. Para Jameson, lo que dinamiza la noción de lo moderno se encuentra vertido en la experiencia de estas dos “temporalidades distintas: la de la nueva gran ciudad.
- Benjamín, Walter: “París, capital del siglo XIX”, en: Iluminaciones II, op.cit., pág. 175.
- Jameson, Fredric: El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Paidós, Barcelona, 1995, pág. 64.
Materialismo Histórico.
Teniendo en cuenta la narración de los acontecimientos artísticos sin distinguir entre los grandes y los pequeños, los más complejos y los más sencillos, da cuenta de una verdad: que nada de lo que una vez haya acontecido ha de darse por perdido para la historia del arte, por cierto de esto, Benjamín dice que, “(…) sólo a la humanidad redimida le cabe por completo en suerte su pasado, sólo para la humanidad redimida se ha hecho su pasado citable en cada uno de sus momentos”1, aplicar estas ideas sobre la caracterización del arte moderno y el arte tradicional en sociedades progresistas es lograr aún más el acercamiento a la atrofia de la obra de arte o a la caída del aura sobre la misma.
Cada momento importante en la historia estética, o sea, ya legitimado, será una parte identifictoria para un futuro no tan lleno de certezas, los instantes vividos, las épocas “brillantes” se convertirán en una citación, he aquí la importancia de la obra, sus reclamos, su modernidad y permanencia dentro de su contexto. “(…) La verdadera imagen del pasado transcurre rápidamente, al pasado sólo puede retenérsele en cuanto imagen que relampaguea, para nunca más ser vista, en el instante de su cognoscibilidad. (…) La verdad no se nos escapará; esta frase, que procede de Gottfried Keller, designa el lugar preciso en que el materialismo histórico atraviesa la imagen del pasado que amenaza desaparecer con cada presente que no se reconozca mentado en ella”.2
Articular históricamente la imagen de lo pasado en un presente no significa conocerlo tal y como verdaderamente ha sido, “simplemente” es captar el sentido posmoderno sobre la categoría de aura, iluminar modificaciones adaptadas a los criterios estéticos de la época, la formula esta dada, el canon de obra es donde la cita ya parte del presente. Entonces, dadas los causes, significa adueñarse de un recuerdo tal y adaptarlo en el instante de un presente, de esta forma, considero que una de las etapas para concretar la unión entre tradición y novedad, esta resuelta, o, al menos por un periodo.
“(…) Al materialismo histórico le incumbe fijar una imagen del pasado tal y como se le presenta de improviso al sujeto histórico en el instante del peligro”.3 El peligro, en este caso, es la novedad que acelera y amenaza al patrimonio de la tradición caracterizada en instituciones, de allí, y para ser sintéticos, “atentados” hacia los gustos de los espectadores, que mejor dicho, son disgustos. Citar el evento ocurrido en octubre de 1924 en el Salón Witcomb de Buenos Aires, es un claro ejemplo de estas amenazas. Pettoruti realiza su primera muestra luego de once años de ausencia, sus obras, decididamente vanguardistas para la época, provocan un escándalo de proporciones en la galería. Las amenazas hacia las pinceladas, amenazada la permanencia de esas paletas, la tradición ve la realidad, no en esa forma si no en otras. Aquí el torbellino de las contradicciones culturales hace de la tensión tanto de clases como de estéticas y sus públicos, galeritas, mercados, etc. Frente a este peligro de carácter artificial, social y de tensiones sociales en el proceso de democratización cultural, y al releer estas notas, ser modernos dice; Marshall Berman “(…) es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras (...) transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos”.
En toda época ha de intentarse arrancar la tradición al respectivo conformismo que está a punto de subyugarla, tales principios pueden hallarse en los procesos de modernidad, considerando éste proceso como lo hace Gianni Vattimo, “(…) época caracterizada por el triunfo de la técnica y como la época en la cual el proceso histórico es interpretado como un continuo proceso y superación”4. El materialista histórico no puede renunciar al concepto de un presente que no es transición, sino que ha llegado a detenerse en el tiempo. El historicismo plantea la imagen «eterna» del pasado, el materialista histórico en cambio plantea una experiencia con él que es única. La experiencia aurática que W. Benjamín nos plantea es concretamente este hecho, del presente entere obra y vida, en el cual, citando al materialismo histórico se acentúa el fundamento de un entramado donde también emerge la reproducibilidad técnica como fenómeno social de transición y renovación constante.
El materialista histórico se acerca a un asunto de historia únicamente, solamente cuando dicho asunto se le presenta como mónada (sustancias indivisibles, pero de naturaleza distinta, que componen el universo, según el sistema de Leibniz, filósofo y matemático alemán del siglo XVII). En ésta estructura se reconoce una coyuntura revolucionaria en la lucha en favor del pasado oprimido, del pasado en vías de renovación, acaecido por la mayor tentación de modernidad. Esta revolución, por así llamarla, se percibe para hacer que una determinada época salte del curso homogéneo de la historia; y del mismo modo hace saltar a una determinada vida de una época y a una obra determinada. Culminar con el proceso del materialismo histórico en esta tesis es agrupar entre paréntesis las estructuras determinantes de la historia del arte y la imagen funcional dentro de términos postmodernos, donde el alcance de su procedimiento como W. Benjamín lo expresa “(…) consiste en que la obra de una vida está conservada y suspendida en la obra, en la obra de una vida la época y en la época el decurso completo de la historia. “(…) El fruto alimenticio de lo comprendido históricamente tiene en su interior al tiempo como la semilla más preciosa, aunque carente de gusto”.5
- Benjamín, Walter. “Teoría de la filosofía de la historia”.Global / Formacio- Revolea.
- Idem.
- Idem.
- Vattimo, Gianni. “El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en
la cultura postmoderna”, Gedisa, Barcelona, 1986.
- Benjamín, Walter. “Teoría de la filosofía de la historia”.Global / Formacio- Revolea
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